Camila Gianello

Deja tu huella. Conversaciones con miembros de la Comunidad Open Lab

En Open Lab creemos que cada persona que se suma deja una huella. Un gesto, una idea, una manera de hacer.

Deja tu huella es un espacio vivo en nuestra web donde recogemos esas contribuciones, visibilizando a quienes impulsan la transformación del sistema alimentario desde distintos territorios, disciplinas y experiencias. No buscamos protagonismos, sino caminos compartidos. Historias reales que nos conecten, nos inspiren y nos ayuden a crecer como comunidad.

Escríbenos a openlab@singularfoods.net para dejar tu huella.

 

Camila Gianello es chef con más de 10 años de experiencia, diseñadora industrial y fotógrafa gastronómica. Fundó Tesoro Food Studio, un emprendimiento dedicado a la creación de conservas artesanales, donde aplicó su enfoque de diseño para ofrecer productos que combinan sabor, estética y sostenibilidad. A lo largo de su trayectoria, ha ampliado su campo de acción, colaborando en proyectos internacionales de food design que incluyen el diseño de menús, fotografía de alimentos y creación de contenido visual. Su trabajo busca comunicar la esencia de cada proyecto, destacando la identidad de los alimentos y las historias que cuentan.

¿Cómo llegaste a trabajar o interesarte por el sistema alimentario desde tu práctica o disciplina?

Desde muy pequeña, mi interés por el alimento y el sistema alimentario comenzó a despertar cuando empecé a trabajar en cocinas deMontevideo como chef de oficio, mientras estudiaba diseño. Gracias al design thinking, comencé a visualizar el entramado sistémico que implica tener una cocina: no solo el plato, sino todo el recorrido desde el productor hasta el cliente.

Siempre fui muy curiosa: quería comprender cada etapa del proceso, desde la materia prima —o “ingredientes de origen” — hasta la experiencia culinaria del comensal. Esa inquietud me llevó a fundar Tesoros de la Tierra, un pequeño emprendimiento de conservas donde volqué todo mi conocimiento y experiencia para luego ir transformándolo de a poco en mi manera de vivir.

¿Qué papel sientes que ocupas —o te gustaría ocupar— en la transformación del sistema alimentario?

Me identifico principalmente como comunicadora del sistema alimentario. En mi entorno cercano, mi labor ha sido visibilizar la biodiversidad, otras formas de entender y habitar el alimento, así como explorar tanto sus facetas más celebratorias como las más disruptivas para el entorno. Lo he hecho a través de herramientas como la fotografía, los talleres experienciales y los encuentros comunitarios.

Este rol de comunicadora-activista busca amplificar los impulsos que considero vitales: mostrar la riqueza de ingredientes y prácticas locales; invitar a jugar y experimentar con ellos; y fomentar una mirada consciente hacia la otra cara del sistema alimentario —los desafíos, los desequilibrios—, con honestidad y complejidad.

En mi próxima experiencia viajando por cocinas del mundo, planeo documentar a través de la fotografía estas narrativas globales, con el fin de traducir realidades culinarias diversas en historias visuales que conectan, inspiren y permitan repensar cómo nos alimentamos.

¿Hay alguna idea, experiencia o aprendizaje que haya marcado tu manera de ver la alimentación hoy?

Una experiencia que ha dejado una huella profunda en mi visión sobre la alimentación ha sido mi formación en Diseño y Food Design. Ese espacio formativo me conectó con profesionales de diversas latitudes que también valoran profundamente el alimento como eje de transformación y diseño. Gracias a esa red global pude observar cómo distintas experiencias culturales ofrecen perspectivas únicas sobre la alimentación, desde rituales ancestrales hasta innovaciones contemporáneas.

Viajar y sumergirme en cocinas del mundo me permitió conocer culturas a través de su gastronomía, realizar proyectos culinarios creativos en contextos variados y entablar vínculos directos con productores locales, lo que considero un tesoro. Este contacto estrecho con la cadena de producción ha ampliado mi visión, desarrollando una mirada adaptativa y holística hacia cada territorio y su identidad alimentaria.

Adicionalmente, mi formación como diseñadora industrial me dotó de una herramienta poderosa: el enfoque del pensamiento de diseño centrado en el usuario. Este paradigma me guía a pensar desde el usuario y su contexto, asegurándose de que cada propuesta alimentaria responda a necesidades reales, sea funcional, significativa y sostenible.

¿Qué oportunidades o desafíos te parecen más urgentes en este momento del sistema alimentario?

Siento que uno de los grandes desafíos contemporáneos es que se cocine con alma: no solo con habilidad técnica, sino también con una comprensión profunda del contexto cultural, ambiental y social, volver a la raíz, mirar los alimentos como si fueran un real tesoro. Es fundamental mirar el sistema alimentario desde lejos —para captar su complejidad sistémica—, pero también desde muy cerca —observando con lupa las realidades cotidianas y las necesidades reales.

He visualizado la urgencia de elevar los estándares de calidad en los sistemas de producción, con el fin de garantizar una mayor seguridad alimentaria, mejorar la calidad de vida y fortalecer la confianza del consumidor. También percibo la necesidad de sistemas más simples y eficientes para ordenar comida, que sean rápidos y funcionales, pero siempre diseñados desde el cuidado y el conocimiento de lo que consumimos.

Si pudieras activar una transformación concreta en la alimentación, ¿cuál sería y con quién te gustaría llevarla a cabo?

Creo que un foco transformador clave es intervenir en las cadenas alimentarias de supermercados y la publicidad, ya que son espacios con enorme influencia en la cultura alimentaria colectiva. Imagino colaborar con equipos creativos, ingenieros en alimentos y profesionales del diseño para producir imágenes y campañas publicitarias más auténticas, que representen los ingredientes reales, los procesos de preparación y transmitan información veraz sobre la calidad nutricional.

Impulsar colaboraciones con ingenieros en alimentos para reformular productos, reducir aditivos, mejorar la composición nutricional y diseñar preparaciones más sanas, sin sacrificar sabor ni comodidad. Lo que más me apasiona del diseño es su transversalidad: me permite trabajar interdisciplinariamente, co-creando con profesionales de ámbitosdiversos, desde la cocina hasta la tecnología y la comunicación, para modelar un sistema alimentario más consciente y humano.

¿Qué significado tiene para ti formar parte del ecosistema de Singular Foods?

Para mí, formar parte del ecosistema de Singular Foods significa ser parte de una comunidad global que comparte una visión transformadora del sistema alimentario. Es un espacio en el que confluyen personas de todo el mundo —diseñadores, chefs, investigadores, emprendedores, creativos— con quienes conversar, crear, intercambiar y compartir desde un lenguaje común de innovación, colaboración y sostenibilidad.

Este ecosistema representa una red que abre puertas, un entorno que invita a ir «por más»: profundizar en nuevos desafíos, co-crear soluciones significativas. Estar dentro de esta comunidad es saber que cada idea, proyecto o encuentro puede cobrar vida y resonar más allá de lo individual, alimentando una transformación colectiva con alcance real, tangible y esperanzador.

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