Junio 3, 2025 / Perspectivas
Rediseñar el sistema alimentario desde la raíz.
Antonio Barrera. Fundador y CEO de Singular Foods.
Antonio Barrera es diseñador estratégico y emprendedor con más de siete proyectos empresariales lanzados y 35 años de experiencia como consultor estratégico para empresas Ibex 35 y compañías internacionales.
«Del campo a la mesa»: una frase que se repite como eslogan, como promesa, como anhelo. Pero también, como simplificación de un sistema que, en realidad, es todo menos lineal. Porque sí, el sistema alimentario global se ha convertido en ese buffet libre de contradicciones donde el greenwashing es el condimento estrella y el storytelling reemplazó al suelo fértil.
La cadena agroalimentaria actual es larga, desigual, fragmentada y profundamente injusta. Lo que debería ser una conexión directa entre quien produce y quien consume, se ha convertido en un laberinto dominado por la opacidad, la concentración de valor en unos pocos actores, y la pérdida progresiva de vínculos con el territorio y con la naturaleza.
El agricultor sigue siendo el gran ausente en la mesa del futuro. Y en Singular Foods creemos que ha llegado el momento de poner el diseño al servicio del campo. No solo como estética, branding o empaque. Sino como estrategia regenerativa, herramienta de innovación territorial y acto político.
El sector primario: invisible, esencial, insustituible
La paradoja es brutal: el sector que sostiene el sistema alimentario global es también el más precarizado y socialmente invisible. Agricultores, campesinos y comunidades rurales enfrentan condiciones laborales adversas, poco acceso a tecnología, financiamiento o canales de comercialización, y una narrativa pública que oscila entre la romantización vacía y el abandono institucional.
Revalorizar al productor implica más que “comprar local” o “visitar el mercado”: exige redistribuir el valor de la cadena, rediseñar sus modelos económicos, y crear nuevos relatos en los que el agricultor no sea un eslabón olvidado, sino un actor central del futuro de la alimentación.
¿Qué puede aportar el diseño al campo?
En Singular Foods trabajamos con una idea amplia y profunda del diseño: como proceso de conexión, de transformación de sistemas, de reimaginación de lo posible. Desde esa visión, el diseño puede ser un catalizador de cambio real en el sector primario.
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Diseñar productos desde el territorio, no desde el mercado: usando ingredientes nativos, técnicas ancestrales y saberes locales para crear alimentos con identidad y resiliencia.
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Prototipar nuevos modelos de negocio rurales: cooperativas inteligentes, plataformas de comercialización directa, packaging reutilizable adaptado a las lógicas campesinas.
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Visibilizar historias invisibles: a través del storytelling, el diseño gráfico y el relato audiovisual como herramientas de conexión emocional entre productores y consumidores.
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Diseñar servicios y experiencias para la transformación rural: formación práctica, metodologías de diseño colaborativo, turismo regenerativo, rutas alimentarias o mercados vivos.
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Cartografiar y activar ecosistemas locales: entendiendo cada territorio como un sistema complejo en el que interactúan cultura, biodiversidad, economía y memoria alimentaria.
Food Design: una herramienta estratégica para el cambio
El food design no es un lujo. Es una disciplina emergente que conecta alimentación, innovación y diseño desde una mirada sistémica. No se trata solo de crear nuevos productos, sino de rediseñar procesos, relaciones y futuros posibles. Desde América Latina, con toda su potencia cultural, biodiversidad y saberes vivos, podemos convertirnos en laboratorios vivos de futuro.
Desde el Food Design Festival hasta proyectos territoriales en comunidades rurales, desde estrategias con grandes marcas hasta dinámicas de co-creación con agricultores, nuestra apuesta es clara: repensar el sistema alimentario desde la raíz, con el campo al centro del diseño. Revalorizando, empoderando y visibilizando a quienes cultivan, cuidan y transforman la tierra.
No hay transición alimentaria posible sin una transformación profunda del sector primario. Y esa transformación no vendrá solo desde la tecnología o la política. Vendrá desde la imaginación colectiva. Desde el diseño como práctica regenerativa. Desde la capacidad de tejer nexos entre actores que no solían hablar entre sí.
Del campo a la mesa no es solo una frase. Es una hoja de ruta que estamos redibujando, con nuevas herramientas, nuevas alianzas y nuevas narrativas. Y sobre todo, con la convicción de que el futuro de la alimentación —justo, sostenible y delicioso— empieza en el campo.
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